miércoles, 22 de febrero de 2012

GRITA!!!

Y mis palabras y mis gritos fueron escuchadas como nunca. Y nunca antes había sentido esa sensación como entonces la sentí: desahogo. Algo mágico, una liberación, dejar salir todos mis males y gritárselos a quien había sido su autor. Comencé temblorosa, pero mi voz y mi ser se fueron haciendo cada vez más fuertes, más valientes a medida que me expresaba. Noté cómo mi mente ordenaba las ideas a un ritmo que no creía que fuese capaz. Simplemente organizaba las palabras, una por una, y las llevaba hasta mi lengua, hasta mis labios, para que ellos pronunciaran todos mis pensamientos en alto, mis inquietudes y todo aquello que un día callé. Lo callé con tanta fuerza que me provocaba el llanto con el simple recuerdo.
Esa noche..., sí, aquella noche fue mágica para mi.