domingo, 23 de septiembre de 2012

Recuérdame.

Todavía recuerdo todas y cada una de las frases de aquella nota. La pulcra caligrafía que aquellas finas manos de largos dedos eran capaces de crear. Aún hoy, cada palabra de aquella carta sigue grabada a fuego en mi piel y me araña el corazón y las entrañas con solo recordarlas. 

Sentado en la butaca, frente a la ventana, de mi modesto y sombrío piso dejo pasar las horas. Hace tanto tiempo ya de todo aquello. Qué necio fui al pensar que los años curarían las heridas. Qué bobo al creer que podría olvidar su aroma y aquella voz aterciopelada que atontaba todos mis sentidos con solo suspirar.

Bajo la mirada y observo el pedazo de papel, envejecido ya por el tiempo, que reposa en mi mano. Tantos años había estado oculto en el fondo de aquel baúl... Pensé que escondiéndolo allí podría enterrar la historia de media vida, cuánto me equivocaba. Puedes intentar evitarlo con todas tus fuerzas cuantas veces desees, los recuerdos siempre regresan.

Una vez más, me dispongo a leer el mensaje que se encuentra amparado en la celulosa amarillenta del pergamino. Poco a poco, deslizo mis ojos por aquellas lineas de trazo impecable, leyéndolas por enésima vez. Lentamente mi corazón se estremece y cada palabra parece abrir un profundo y doloroso corte en él. Los recuerdos se abren camino en mi mente perturbándola a su antojo, sin que pueda evitarlo.

'Querido Ismael:

No espero que me perdones ni que me compadezcas, tan solo espero que me comprendas. Espero que entiendas que el tiempo trae consigo complicaciones y nuevas situaciones a las que enfrentarse y que intenté afrontarlas lo mejor que pude.

Quiero que sepas que, pase lo que pase, jamás te olvidaré. Tu recuerdo y nuestros momentos fluyen por mis venas con cada latido que este envenenado corazón es capaz de dar.

Te pido perdón por todo y te pido que olvides a la persona en la que me convertí, pues el tiempo y el miedo me volvieron cobarde, y que me recuerdes por cómo era antes.
Recuerda cada momento juntos, cada mirada y cada caricia. Cada beso. Recuerda las noches en la bahía de Cata y cómo contemplábamos la luna y su reflejo en el inmenso océano. 
Recuerda esa joven de gran energía y eterna ilusión que fui.

Se que es egoísta por mi parte pedirte esto pero se que, si no conservas esta historia, nuestra historia, se perderá para siempre. Si no lo conservas tú, nuestro recuerdo, nuestra esencia, se desvanecerá en el tiempo.

Por favor, Ismael, recuérdanos.

                 
                 Con amor y siempre tuya:
                               Rosette Lambert'





miércoles, 28 de marzo de 2012

Adiós.

Me hubiese gustado decir que el cielo lloraba nuestra despedida y que la bruma existente era el reflejo de la tristeza que sentía el mundo por nuestro adiós, pero no podía. El clima allí había sido igual de lluvioso y nublado desde hacía un mes, quizá dos.
Quizá la tierra sentía cercana su marcha.
Quizá el aire notaba su despedida.
Sí, quizá sí. Pero yo sabía que no era así. Sabía que mi mente jugaba con aquellas circunstancias a su antojo y se imaginaba un mundo centrado tan solo en nosotros dos. Sin darme cuenta, fui centrando mi mente en la absurda idea de que cada atisbo de tristeza venía dado porque el mundo sentía nuestro dolor.

Lo vi alejarse mientras la lluvia y la niebla desdibujaban y emborronaban su figura hasta engullirla.
Me quedé allí de pie, sabiendo que se había llevado consigo una parte de mi que nunca regresaría. Sabiendo que jamas lo olvidaría.
No me di cuenta de que estaba llorando hasta que me escuché sollozar. La lluvia había disimulado mis lágrimas mezclándose con ellas. Y allí, entre sollozos, susurré lo que no me había atrevido a decirle. Lo que aun no había aceptado todavía: ''Te quiero''.

lunes, 19 de marzo de 2012

Adrenalina.

Y, de pronto, lo noté: adrenalina. Notaba cómo la euforia y el miedo me invadían al mismo tiempo. Cómo cada gramo de ese pequeño veneno se esparcía por cada una de mis venas, haciendo que todos mis sentidos se mantuvieran alerta. Oía mi propio corazón latiendo a ritmo acelerado, casi a destiempo.
Poco a poco, la paz y la tranquilidad se ocultaron tras un muro de excitación y alarma.

Acelerada. Me sentía acelerada. Sentía que nada podía sucederme en ese momento mágico, nada podía destruirme o herirme. Me sentía poderosa, desbordada por esa dulce ignorancia que te hace creer que tienes el mundo entero a tus pies. La absurda idea de ser inmortal llegó a mi mente por sorpresa. Me sentía tan bien, tan despreocupada y desvinculada de todo. TAN VIVA.
De repente comencé a reir a carcajadas, sin saber muy bien porqué.

Cómo añoro ese momento, ese veneno desplazándose por mis venas, mezclándose con cada gota de sangre y llegando hasta cada milímetro de mi cuerpo. Cada músculo y cada poro. Daría lo que fuese por volver a sentir aquel veneno, aquella adrenalina.

miércoles, 22 de febrero de 2012

GRITA!!!

Y mis palabras y mis gritos fueron escuchadas como nunca. Y nunca antes había sentido esa sensación como entonces la sentí: desahogo. Algo mágico, una liberación, dejar salir todos mis males y gritárselos a quien había sido su autor. Comencé temblorosa, pero mi voz y mi ser se fueron haciendo cada vez más fuertes, más valientes a medida que me expresaba. Noté cómo mi mente ordenaba las ideas a un ritmo que no creía que fuese capaz. Simplemente organizaba las palabras, una por una, y las llevaba hasta mi lengua, hasta mis labios, para que ellos pronunciaran todos mis pensamientos en alto, mis inquietudes y todo aquello que un día callé. Lo callé con tanta fuerza que me provocaba el llanto con el simple recuerdo.
Esa noche..., sí, aquella noche fue mágica para mi.