jueves, 22 de diciembre de 2011

Buenos días.

'Buenos días', se dice a sí misma en un susurro mientras las lágrimas caen una tras otra en un baile salado a través de sus mejillas.
Aún no ha salido de la cama. Todavía sigue arropada. Y le grita, y ella le está gritando. Allí, enfrente suya. No sabe porqué, no entiende porqué. La ha arrancado del mundo de los sueños tan bruscamente que este se enreda con la realidad durante unos instantes, hasta que logra salir de su ensoñación y despertar por completo.
Sigue oyendo esos gritos dirigidos hacia ella, pero ahora se siente un poco mas fuerte y comienza también a gritar. Reprocha no sabe muy bien qué ni muy bien cómo, aun sigue algo aturdida. La discusión se agrava y cada vez se dicen más cosas que no querían decirse. Que no deberían decirse. Y, con la estocada final, ella se hecha a llorar. Juró que no lo haría. Se lo juró a sí misma, pero se da cuenta que no es tan fuerte y la rabia la inunda mientras el llanto no cesa.
Huye. Huye a su lugar preferido. A su pequeño remanso de paz. Se relaja. Respira hondo y observa los pájaros. Los envidia. Envidia su libertad, su capacidad para emprender el vuelo y alejarse de todo.
Y, mientras está en ese sitio, su sitio, mirando aquellos pájaros, sintiendo como el sol va secando sus lágrimas y la brisa se lleva lejos sus recuerdos, se detiene y se dice a sí misma: 'buenos días'.

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