domingo, 18 de diciembre de 2011

Se marchó.

Se marchó. Ella huía. Huía de la monotonía, de la misma gente, los mismos rostros. Huía de las mismas historias, los mismos cuentos. Huía para dejar atrás sus miedos, sus temores, sus recuerdos y sus penas. Ella huía de todo y de todos.
Quería volver a empezar. Encontrarse a sí misma, buscar su lugar en el mundo. Afrontar nuevos retos, vivir nuevas experiencias. Quería reír, llorar, gritar, correr. Quería morir de placer con cada beso concedido, derretirse con cada caricia recibida. Empezar de nuevo, empezar de cero. 
Deseaba abandonarse, dejarse llevar por el primero que le tendiese la mano y le ofreciese una sonrisa de ojos brillantes repletos de nuevas promesas.
Deseaba volar, dejar de sentirse perdida en su mundo y perderse en su nueva realidad.
Huyó de todo. Huyó de sí misma y de su mundo.
Huyó, se marchó en busca de nuevos horizontes que recorrer con sus gastadas botas.

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