martes, 20 de diciembre de 2011

Perdida.



Se pregunta dónde está. ¿Qué hace con su vida?¿Qué le falta y qué hecha de menos?.
Observa la mesa que tiene en frente. Los botellines de cerveza se amontonan sobre ella. Quizá sean demasiados pero, ¿qué más da?.
Levanta la vista y un pequeño mareo se cuela en su realidad. Recorre el bar con la mirada mientras intenta recordar cómo ha llegado hasta allí. Observa a la gente: rostros sin rasgos, miradas vacías, sonrisas lobunas y lágrimas ahogadas en grandes dosis de alcohol.
Vuelve a su realidad y observa la cerveza que sostiene entre sus manos. Una tímida lágrima rueda por su mejilla y vuelve a sentirlo. Ese vacío, su vacío, con el que se ha acostumbrado a vivir, aunque la consume por dentro. Y siente agonía y se retuerce en silencio mientras hace señas para pedir la que será su quinta cerveza.
Intenta olvidar, solo eso, alejarse de su realidad. Su realidad... demasiado fácil, demasiado perfecta, sin altibajos. Su monótona realidad.
Otra punzada y el vacío que crece, se extiende y la va consumiendo en soplos de tristeza, melancolía y olvido.
Se detiene a pensar: ¿cómo deshacerse de él?¿cómo detenerlo?. No encuentra la respuesta. La busca con más fuerza, con todas sus fuerzas, pero no encuentra la solución.
Bebe el último sorbo de esa quinta cerveza y deja de pensar. Se olvida de todo y todos. Se abandona a la imaginación y vuela. Vuela lejos, muy lejos.

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